«La plaza de los Reyes la tenemos muy vista y en Ceuta la gente no nos hace caso», por ello, el día del trabajo se traslada a Berlín donde según Juan Luis Aróstegui, «le comentaremos a mi buena amiga (la Merkel) que se invite a un Plan de Empleo».
La ‘multitudinaria’ y siempre animada marcha sindical ceutí por el 1 de mayo se ha trasladado este año hasta la plaza del Reichstag (Berlín). Una sorprendente decisión que Antonio Gil defiende «porque es en Alemania donde están todos los trabajadores españoles. Además, en Ceuta no nos hace caso nadie», matiza. Por su parte, Juan Luis Aróstegui, que pasa su primero de mayo fuera de la ciudad desde 1864 (le operaron de fimosis) ha explicado que «el viaje ha salido tirado, dormimos en casa de un primo de Ali, arquitecto y que tiene un puesto de bedel en la biblioteca municipal» y así «aprovechamos y le pedimos a la Merkel que se invite a un Plan de Empleo«.
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Sin embargo, el recibimiento germano a la expedición sindical caballa no ha sido la esperada. El periódico Bild, la versión alemana y seria de El Pueblo de Ceuta, ha publicado un extenso reportaje sobre el líder comisionista, calificando a Aróstegui como el ‘palizen’ y de quien aseguran pasó parte de su juventud como encargado de un McDonald’s, donde pudo conocer a Ángela Merkel, apasionada de los McFlurry. Gracias a que Aróstegui le ponía extra de ‘topping’ de M&M’s, le valió para ganar su corazón alemán y vivir un «tórrido y fugaz romance» con la actual canciller. Lo que confirma su condición de Don Juan tras su fallido romance con la Duquesa de Alba.
La Merkel, en declaraciones exclusivas a WikiCeuta, ha asegurado que «no me he podido resistir a comerme un McFlurry y pensar en mi ‘Juanluí’ y las charlas hasta el amanecer sobre la perezosa clase obrera». Y es que fue mucha la pasión vivida por ambos por las calles de un Berlín en el que el muro acababa de caer. «Un trozo tras apoyarnos mientras me intentaba dar mordisquitos en el cuello», afirma Merkel. «Me encantaba oírle hablar sobre montar una naviera pública, aunque a las dos horas ya estaba hasta el cigüeñal de aguantarlo y lo callaba dando rienda suelta a la pasión». «Un poquito de boquino, jugar a la Gestapo, la carretilla, ¿tú sabe no?», preguntaba Merkel, en un momento en el que se le llenan los ojos de nostalgia y mirando al cielo afirmaba con acento bávaro, «erra un todo un camarrada macho germano que me recordaba la dirección a Hannover».
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