Pidiendo consejo

Hoy quiero hablaro de amó. Hay cosas en la vida que son sumamente importante pá cuarquié persona, animal o cosa humana que se presie, y una de ella é esa: el amó. Yo como tor mundo tengo un amó platónico, de eso imposible de conseguí por su estatu en la sosiedá y se una mujé conosía que sale en televisión. Hay quien bebe los viento por la Sara Carbonero, otros por la Penelope Crú y yo sin encambio cuando veo a Beatrí Palomo en ‘Er Paseo’ me se pone er tranco pa partí turrón der duro. Pero no es de ella de quien quiero hablaro. Hoy quiero pediro consejo, un consejo de amigo pá sabe como astuá ante esta situasión tan compleja pa mi.

Yo llevo argunos años detrá de Maribé, una muchacha viuda que tiene un puesto de fruta en la plasa, pero ella no me echa cuenta, pasa de mi como er Garsia Castañeda der Natur Jau. Ella tiene mú mal cosesto de mi a consecuensia de la fama de bebedó que de mi han creao las lenguas mala der barrio, pero yo la quiero a ella tanto como a cuarquié cosa que yo pueda queré mucho. Tú me entiende. Muchas vese me paso por allí, por la frutería suya, y la miro, ella me mira… y resopla, yo sin en cambio suspiro y le digo: «¿Tiene las peritas dura?» o «¿Ese jigo está maduro?». Una ve hasta me denunsió por acoso, cuando yo lo que intentaba era entablá conversasión. Me pusieron una orden de alejamiento y me pegué un mé entero con una pancarta que se veía a sien metro donde podía leerse: «Maribé, por ti iba de Gibrartá a Laponia». Ella, como no ve bien de lejo, leyó algo así como: «A Maribé Laponia mirando pa Gibrartá» y estuve a punto de meterme en un lío mú gordo.

Por eso hoy hago un llamamiento a la familia der GüikiSeuta, porque por amó se hasen muchas cosa, pero yo no sé que hasé. Er caso é que uno tiene ya una edá que nesesita de una mujé que me cuide, que me entienda y me haga las comida. Pa haserme de comé ya está mi madre.

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Manolito

Soy una persona humana como otra cualquiera, con sus virtudes y sus defectos. Estudié poco, trabajé menos y tras un percance que no viene al caso me concedieron la invalidez absoluta. Desde entonces dedico mi vida a dar clases de filosofía en el kiosko del barrio. Sin mas preámbulos

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