Por todos es conosío que me rodeo de gente importante. Que tengo contasto donde nadie se ha imaginao en su puñetera vida, fuera parte de mi amistá, compadreo y camaradería con personalidade de sierta relevansia en la sosiedá política, intelestuá y poderosa der mapamundi. Yo he tenío que jurá confidensialidá al habé asistío como oyente a encuentro y cumbre importante, y guardo pa mi y pa mis cojone murtiple secreto de Estao. Pero hoy me se ha metío en los güevo contaro una anésdota de la que fui testigo y que tuvo lugá hase argo meno de un mé en las agua de esta siudá.
Yo me había levantao esa mañana con media empaná en lo arto a consecuencia del arcó ingerío la noche ante y por mi paranoia del ébola, que recuerden que me traía preocupao en aquellos día. Me fui par carrillo a por una latita cuando sonó mi movi, pursé er verde y me aserqué el auriculá a la oreja (porque si no, no mentero):
– Quién é, joee, contesté.
– Salam alaicum, Manoleto, contestó mi interlocutó.
Solo una persona en er mundo me llama Manoleto, ¿ere tú, Moha?, pregunté con sierta estrañesa.
– Eua sahbi, que yo va marchá hoy pa Siuta y te paso a ricojé in il Chorrello, tuspera in la orelleta qui yo me asirco pur dió di madre. ¡Y no vaya a viní con potas, Manoleto!, qui ti conozco hakarabbi.
Y asín hise. A la hora acordá estaba yo en la esplaná, tomándome una Lander Bräu fresquita y un cachito de bonito de la volaera der Fai esperando a que vinieran a recogerme, cuando a lo lejo veo un montón de barco y de amoto acuática, de vení pa mí. Apuré la servesita, er sigarro y empatillé el ansuelo der chambelito que me llevaba pa echá er rato en er barco. Allí estaba er Mohamé con tó su séquito (los que iban en er yate estaban más séquito, y los de los amoto de agua iban más húmedo), con su gorrita, sus gafa de só, y na má verme me dijo: Álli Manoleto, ¿kifentina?, mientras movía la mano como el que enrosca bombilla.
Nos dirigimo hacia la sona de Santa Catalina, saqué er chambé y cuando iba a lansá me dijo: Bleti, bleti, Manoleto, ponte en popa hal fávor. Me dí la güerta con la ira reflejá en er rostro y le dije: Mira, si aquí vienen de Marrueco a faená y a quitarno er pescao y nos tenemo que joé yo no te voy a poné ahora a ti er culo pa echá un chambé de mierda, ¿ta enterao, maricona? ¡Eeeehhh!, me respondió er monarca enroscando bombilla, yo no soy semel, tabun dienmak, ¿que ta hablando dil piscao? Qui ti vaya patrá dil barco, Manoleto, qui allí no molista. Totá, despué de la confusión, bastante incómoda por sierto, vimo de aparesé a la Guardia Siví en una semirrígida, y a mi me se puso la cara rígida entera. Cuando empesó er guardia a pedí los papele, me envalentoné y le dije: Shh, shh. ¿No sabe quién soy yo? Er guardia na má que verme dijo ar momento: Aro joé, tú ere er Manolito. Er que no sabemo quién é, e ese de allí, señalando ar monarca, lo que creó sierto malestá en er chavá, que llamó ar Felipe, er Felipe llamó ar ministro, er ministro llamo ar Paco Antonio, er Paco Antonio llamó ar teniente coroné, er teniente coroné llamó a su mujé, le dijo que no lo esperara pa sená que tenía jaleo en er curro, y se vino payá con nosotros. El hombre apuraíllo, como es normá, me pidió discurpa y pidió que mediara pa que no se creara un conflisto internasioná y se marcharon. Y allí me quedé yo con Mohamé sumido en una conversación profunda sobre las dinastía y la monarquía hereditaria:
– Moha, ¿tú y Felipe soy hermano?
– ¿Qui dise, Manoleto?
– ¿Primos?
– Tampoco, Manoleto. Ta quedando bujali ¿ehh? ¿Tú por que prigonta eso?
– Por el apellido. Tú ere Mohame Sesto, él Felipe Sesto y el otro Camilo Sesto. Mira, Mohame, ¿sabe lo que te digo? Que me voy a tu reino
– ¿A mi reino?
– Sí, alagüita.
0 Comentarios
¡No hay comentarios todavía!
¡Puedes ser el primero en comentar en este post!